Capitulo 4: El Vuelo de Nayeli
- Nayeli ***
- 19 ene 2021
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 2 feb 2021
Amaneció un nuevo día en la cueva. Se había acostumbrado a vivir allí, dormía bajo el árbol sagrado de los frutos de colores. Comía exquisitos vegetales que por allí crecían, Shan la acompañaba y de tanto el tanto salían a volar, ahora volar le encantaba. Disfrutaba enormemente de los paisajes de ese nuevo mundo lleno de agua e Islas.
Ese día al despertar Shan vino a saludarla y le dijo:
- Ulises te espera a la salida, te llevará a un lugar donde hay alguien que quiere verte.
- Anda!!! Que bien, tengo ganas de nadar con Ulises. Y quien es ese alguien?- respondió Nayeli
Shan sonrrió, y dijo - La respuesta estará en tu corazón cuando le veas.
- Le conozco? Que misterioso es esto!- Dijo Nayeli
Shan con su enorme ala, tocó la cabeza de Nayeli con ternura.
- Ohhhh, a la aventura- dijo Nayeli y se lanzó al mar.
Encontró a la ballena Ulises en la salida al mar de la cueva, que bien se sentía junto a la ballena. Nadaron hasta una playa, Ulises le indico que ese era el lugar, que siempre debía coger el camino de en medio y que finalmente llegaría a un poblado.
¿Será de personas?- Se pregunto Nayeli. Nado hasta llegar a la playa y una vez allí, empezó a caminar. Por el camino se abría una selva espesa, muy calurosa. Habían árboles gigantes. También infinidad de plantas y flores de intensos aromas. Oía muchos sonidos como de animales pero sólo vio mariposas, se sentía la vida en la selva. Finalmente llegó a un claro, al fondo habían casas de paja y un enorme fuego con personas alrededor, se acercó.
- Hola, Soy Nayeli. La ballena Ulises me ha traído hasta aquí.
- Adelante Nayeli- le respondió un hombre.- Alguien quiere verte. Y la condujo hasta un hombre vestido de banco, muy anciano de aspecto vigoroso y cuerpo esbelto, ojos claros como la miel, mirada tierna y sabia y pelo largo encanecido.
Que siente mi corazón? Se preguntó recordando lo que Shan le había indicado. Un infinito, amor llenaba su cuerpo. Y una sensación de nostalgia, de volver a ver a alguien conocido muy querido a quien hace mucho que no ves. Ese recuerdo le llevó a pensar en su familia la que dejó hace tanto tiempo, dormida. Es el Gran Espíritu, las tradiciones de algunos pueblos de su mundo hablaban de él. Y entonces, de pronto, sintió un enfado increíble, como el creador podía permitir que cortasen el cuerno a los rinocerontes, si todo lo podía. Como podía permitir que aquellos aviones soltasen ese humo que adormecía y asfixiaba?
Parece que el Aciano escuchó sus pensamientos porque respondió:
- Nayeli mi niña amada, llegará un día que entenderás. Esa respuesta está en tu corazón.
Otra vez el corazón! Esta vez la respuesta no había aplacado sus sentimientos. Con todo su ímpetu se acercó al fuego, lanzó sus ropas, como si así se pudiese arrancar el dolor del pasado y la ropa ardió ante sus ojos. Y desnuda delante del fuego lloró y lloró. Con esto, los habitantes de poblado, empezaron a cantar, le pusieron un nuevo vestido, uno a uno pasaban a su lado la acariciaban y le pegaban una pluma. Así llego un momento que sus brazos y su espalda estaban llenos de plumas blancas. Extendió los brazos, tenían fuerza. Los movió, tenían vida. Saltó hacia arriba y voló, voló como había sentido el vuelo de Shan, voló su con su tristeza, voló con su rabia, voló con su miedo y voló con toda la fuerza de su alma, que la empujaba a moverse.
Y voló a un lugar que Shan le había enseñado días atrás y que le había impresionado. Shan le había contado la historia de una isla habitada que se hundió bajo las aguas, mientras le mostraba el horizonte desde una playa con una cordillera que discurría al costado del mar. Shan le había explicado que como consecuencia del hundimiento de la isla había nacido la cordillera de montañas, una de ellas se llamaba la Montaña Feliz. Desde allí, divisando el mar que cubría la isla hundida con tristeza, decidió ir a ver a la Montaña Feliz y voló para visitarla.
La montaña Feliz era alta de formas redondeadas y de color verde botella, estaba como separada del resto la cordillera.
La montaña feliz la saludo y le dijo:
- Nayeli, se que aflige tu corazón, debes perdonar. Mira, siente el amor y la belleza del mundo que hay a tu alrededor. Eso es lo que realmente es la vida. A veces, suceden cosas que generan cambios en un mundo en el que todo es mutable para que la vida y su diversidad continúe en un ciclo sin fin.
Pero Nayeli no sentía consuelo.
- ¿Hasta olvidar? Lo siento Montaña Feliz pero no me siento mejor,- Respondió Nayeli
- Mira detrás tuyo, verás unas ruinas de un mundo que fue olvidado, dime si no tiene belleza?
Nayeli se giró, veía casas de piedra en ruinas que debían de haber estado habitadas, esculturas con formas muy bonitas que alguien debió tallar, caminos a los campos que alguien debió labrar ...
- Nayeli, en la ciudad hay un templo. El templo del sol. Ves allí puede que te ayude.
Y voló al templo del Sol, era un templo abierto, de piedra. Un circulo de columnas con una piedra en el centro con un sol labrado en su superficie. Se sentó en la piedra central, y al sentir el sol empezó poco a poco a sentir un calor que al rato se hizo insoportable.
Definitivamente no le hacia sentir mejor. Y voló de nuevo, recordaba haber sobrevolado con Shan unas tierras de hielo, tal vez allí estaría mejor. Y allí se dirigió.
Voló hasta divisar grandes trozos de hielo sobre el mar, como montañas, en uno reparó que había como unas escaleras, extrañada descendió hasta allí. Se sentó en las escaleras, la sensación de calor bajó afortunadamente.
De pronto alguien tocó su espalda, se giró y vio a un anciano de cara redondeada y sonriente.
- Hola, Soy Mat guardián de este templo.
- Hola Mat, soy Nayeli. Disculpa Mat yo no veo ningún templo- dijo Nayeli mirando de un lado a otro
- Ven que te lo enseñaré, está al final de las escaleras- dijo Mat
Fueron subiendo las escaleras, al final había un templo de columnas blancas que dibujaban un circulo similar al templo del Sol, pero aquí en el centro había una gran llama blanca. Nayeli se acercó, la llama daba luz y calor pero no quemaba.
- Es "La Llama que no Quema" - le dijo Mat. Está en este lugar resguardada por el hielo. En un momento hubo que resguardarla porque no sería entendida y podía ser vulnerada. Pero ahora ya se están fundiendo los hielos, porque es momento de que vuelva a ocupar su lugar.
Nayeli sin saber cómo, entendió esa verdad. La Llama que no Quema era como el cuerno de los rinocerontes, no estaba perdido sólo estaba resguardado.
Volvieron a bajar las escaleras, se sentaron en el último peldaño. Nayeli contemplaba ese paisaje azul y blanco, respiraba ese aire limpio mientras escuchaba los chasquiditos que iba haciendo el hielo y finalmente sintió paz.
- Nayeli, debes perdonar- le dijo Mat
Y finalmente entendió desde el corazón, perdonó y se perdonó por haber olvidado.
Mat sonrió, saco del bolsillo un colgante con una piedra verde engarzada, que parecía una esmeralda, Se lo puso en la mano a Nayeli, la apretó con dulzura y le dijo:
- Es tuyo, yo sólo lo guardé hasta que pudieras recordar. Ven Nayeli -dijo Mat, y entraron por una puerta que había oculta en el hielo. Era una biblioteca, la luz allí dentro era muy brillante y también los objetos brillaban como si tuviesen luz propia. Había un sinfín de estanterías llenas de libros, colgando en el centro del techo una esfera. Subieron al tercer piso y allí Mat tomó un libro.
- Este libro también es tuyo. Aquí están todos tus recuerdos olvidados, el colgante esmeralda lo abre- dijo Mat y le dio un libro con una espiral dibujada en la portada que se titulaba El Viaje de Nayeli.

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